sábado, 6 de junio de 2009

Crónica de dos parques en contraste.

En esta segunda entrada les contaré qué pex pasa por acá por las Canádas. Y es que es un país bien raro. Es genial, frío, extravagante y desconcertante a la vez.

El otro día salí a pasiar en vici con Sarita Mandarina. Decidimos no buscar chamba ese día y disfrutarlo, así que agarramos las bicis que súper amablemente nos prestaron los amigos de los papás de Sara que viven acá en Montreal desde hace ya varios años. Fuimos a un parque que se llama Parc de la Fontaine y que está hermoso. 

Hay un chingo de árboles everywhere, un lago artificial precioso y un montonsísimo de gente que se veía bien feliz. Algunas parejas agarradas de la mano. Grupos de jóvenes tocando guitarra, bailando, cantando… siendo felices.

Quizá toda esta gente anda en este mood porque ya comenzó el verano tan ansiado, después de heladas que rebasan los 40 de Celsius bajo cero.

Sara y yo nos detuvimos justo a la mitad de un puente de madera que cruzaba el río artificial y que daba entrada a una cascada simple. Miramos alrededor por mucho tiempo. Hablamos de los contrastes y similitudes de un país como éste y México, de cómo, entre muchas otras cosas, los países como el nuestro, con bajos recursos, de poca educación, de gobiernos corruptos y que difícilmente van a crecer, son quienes sostienen a los primermundistas. La gente aquí, en promedio, llega temprano a trabajar, con un empleo no culero, sale después de cuatro, seis u ocho horas, va a ejercitarse a cualquiera de los múltiples parques públicos de calidad que tienen, regresan a sus casas, conviven con sus familias, amigos, etc. Tienen en general una vida muy cómoda. Ganan lo suficiente para además de sobrevivir, salir de vacaciones una, dos o más veces al año. Tienen un poder adquisitivo mucho mayor al de nosotros en México. Nada nuevo bajo el sol, es algo que ya sabíamos, pero que nos sigue partiendo en la maïs.

La gente en ese lugar es muy feliz.

Nos trasladamos en las bicicletas a otro parque. Este era totalmente distinto al anterior. Era increíble ver cómo en tan solo un kilómetro de distancia las cosas podían cambiar tan radicalmente. Era como ir de los Colomos (así super very nais, (ironizo)) al parque Rojo (no la verdad no, porque el Rojo está padre y la gente ahí no está maleada como la de este otro parque, pero hay ciertas similitudes).

Este parque está en la intersección de la estación central de autobuses de Montreal, la estación central del Metro, la escuela de Teatro y donde inicia (o finaliza) el barrio gay. El parque es, en su mayoría territorial, una plancha de concreto escalonada. Más arriba hay trozos de pasto y unas esculturas metálicas enormes, y feas además. Ahí se escucha los motores de los coches, de las fábricas cercanas y de los ventiladores industriales. En general está lleno de ruido, de ruido blanco, del que te acostumbras en un rato y dejas de escucharlo pero no de oírlo.

Hay pintado en el suelo tres o cuatro tableros de ajedrez a gran escala y bancas con caca de gaviota no muy incómodas en las que te puedes sentar a mirar y a ensuciarte los pantalones.

Hay muchísimas gaviotas, y por momentos es caótico su volar. Es como Los Pájaros, del maestro del suspenso.

Ahí la cosa es distinta, me recuerda mucho al monstruo social de Foucault. Aquéllas personas que además de ser “feas” son visualmente agresivas. Como que la vida les ha ido borrando una sonrisa que se ha convertido en un gesto de crueldad y repudio.

La gente ahí también está en grupos. Hay unos que otros solos, leyendo el periódico, comiendo, tomando algo o fumando. Algo similar en ambos lugares es el intenso olor a moîs que se llega a percibir reiteradamente.

Sara y yo, expertos observadores de las cosas pululantes y exóticas, nos cagamos de risa al ver a un bato que estaba en silla de ruedas. No es lo que parece. El bato podía mover sus piernas y caminar sin pedos, pero nos dio un chingo de risa cuando se sentó en su silla y comenzó a darle vuelo con los pies como enano con chorrillo intenso que está a punto de tirarse un pedo que desborde todo aquello de lo que no quiero escribir y ustedes no quieren leer. Ok, la cacu como dice Tulio Treviño el conductor de 31 minutos en el reportaje “La ruta de la caca” de Juan Carlos Bodoque. Qué cagado está ese capítulo, tienen que verlo.

Bueno regresando al tema que ya se nos había escapado… Este lugar está lleno de esas personas “indeseables” por ciertas comunidades, gobiernos o líderes sociales. Acá se les da una pequeña ayuda al mes de aproximadamente 60 dólares, y un poco más si cuidan de algún animal, en la mayoría de los casos, de perros. Que sabrá dios quién cuide a quién.

El bato de la silla de ruedas me recordó a todo tipo de tranzas y de apariencias que se hacen en México, en cualquier nivel. Esto no se trata de ricos o de pobres, sino de honestidad y valores. Lamentablemente una cuestión moral de este tipo, constantemente se va por el inodoro cuando se trata de conseguir dinero para sobrevivir. No para comer, porque en muchas ocasiones este dinero no va destinado a alimentación, a vestido o a salud, sino a drogas. A tener un placebo momentáneo, una sustancia que te saque de la mierda de mundo a la que estás destinado a vivir. Un mundo en el que nadie los enseñó a vivir, a trabajar o a luchar por algo. Suena a justificación, y desde luego hay cosas en las que nos preguntamos, por ejemplo, si es correcto que un gobierno les de dinero, si es adecuado o no este tipo de apoyos. Las cuestiones son muchas porque están en condiciones desfavorables. Sin embargo pienso en gente con un poder económico mayor, si se encuentran en una coyuntura moral, tentativa; generalmente se elige el beneficio personal y económico. Así hayamos tenido una educación de calidad, con padres responsables, etc.

Quiero pensar en el tipo de personas que somos los mexicanos, y  si nos encontráramos en la situación de las personas que vi esa tarde, en cual de los dos parques estaríamos. Los y las niñas bien estarían en el Parc de la Fountain, pero fumando mota a escondidas de sus padres, y en el otro parque, ¿quiénes? Los emos, los punks. Quién es el monstruo de tu universidad o de la ciudad. Ahí estarían. Je ne sais pas.


3 comentarios:

  1. al leer pense: ángelo debería leer sobre "la psicología de la liberación" como dato cultural :)

    y bueno... hay tantas cosas que decir desde el punto psicológico que mejor un día podríamos charlar, tú como comunicólogo, yo como psicóloga... interesante :)

    te extraño mucho hermanito!

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  2. Ángel: acabas de llenar el vacío que nos dejaste al partir respecto a que cuál alternativa teníamos ahora que no íbamos a escucharte decir tus pendejadas: pues las vamos a tener que leer.

    Un saludo, Cabrito, que estés bien y sobre todo cuídate mucho... ya viste que los pájaros también cagan en Canadá ¡no salgas nunca sin tu casco!

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  3. jejeje Pinche chicharo, que pedo. No me traje mi super casco, así es que estoy desprotegido de cacas gaviotezcas.
    Hermaniuxi, so telmi qué autores puedo leer pa cultibarme edá jajaja.
    Los quiero y extraño re chocomil.
    Saludosos y abrazosos afectuosos.

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